Dos detenidos por abusos sexuales a una abuela con Alzheimer en un geriátrico

Dos detenidos por abusos sexuales a una abuela con Alzheimer en un geriátrico

Los Mossos d’Esquadra han detenido este fin de semana a dos trabajadores de la residencia para personas mayores Mossèn Vidal i Aunós, en la calle Navarra, 12 de Barcelona, por abusar sexualmente y maltratar a una mujer de 81 años, diagnosticada con la enfermedad de Alzheimer desde hace 10 años y con una dependencia del 100%.

La hija de la mujer denunció los dos trabajadores, un hombre y una mujer, el pasado miércoles, después de registrar durante varios días con cámara oculta los abusos y malos tratos.

Las detenciones se llevaron a cabo el sábado y domingo, cuando los dos trabajadores estaban en el centro, propiedad de la Generalitat de Catalunya y gestionado por la empresa privada Eulen.

Ahora se enfrentan a penas importantes de prisión.

Las imágenes que acompañaban a la denuncia, demuestran la gravedad de los abusos que sufría sistemáticamente la mujer, ingresada en el centro desde el 2016. Su marido, de 84 años y también enfermo de Alzheimer, entró unos meses después.

Una pesadilla diaria

El primer detenido, Ricardo, cubría el turno de tarde en la segunda planta de la residencia.

Entraba en dos ocasiones en la habitación de la mujer, primero para despertarla de la siesta y, ya después de la cena, para ponerla a dormir.

En ambos casos, aprovechaba la ausencia del marido para hacerle tocamientos en los pechos y el pubis y violarla, a pesar de los gritos de la mujer pidiéndole que se detuviera.

Mientras abusaba de ella, el hombre profería todo tipo de obscenidades y la humillaba.

El trabajador se sentía impune, hasta el punto de que no cerraba la puerta de la habitación y perpetraba los abusos a la vista de cualquier persona que pasara por el pasillo adyacente.

De hecho, en una de las ocasiones, otra trabajadora del centro presenció la escena y, en lugar de detenerlo, dio marcha atrás.

Pero la pesadilla de la mujer no acababa aquí.

La Gerocultora del turno de mañana, Mar PR, la maltrataba físicamente al vestirla.

Le tapaba la cabeza con el camisón, impidiéndole respirar con normalidad. A partir de aquí, los golpes en las extremidades y las bofetadas eran continuos, ante la indefensión absoluta de la víctima, e iban acompañados de una lluvia de insultos y amenazas.

Las primeras sospechas

Los familiares de la víctima no saben muy bien cuando empezaron los malos tratos, pero tienen indicios que en el mes de diciembre. Un día cualquiera, cuando la hija de la pareja fue a visitar a sus padres en la residencia, encontró que su madre tenía un golpe fuerte en el ojo derecho.

El hematoma era muy aparatoso y la médica de la residencia recetó tratarlo con una pomada.

La familia pidió explicaciones para saber cómo se había hecho el golpe, pero no recibieron ninguna respuesta de la médica. Sí lo hizo Mar, trabajadora del centro. Se excusó diciendo que, al vestir a la mujer, le había resbalado un brazo y le había dado un golpe fortuito.

La denunciante despedida

La familia no volvió a sospechar nada hasta que, ya en el mes de febrero, recibieron la llamada de una enfermera del centro que les alertaba de que había encontrado la abuela en condiciones lamentables en plena noche: completamente desnuda, tumbada en la cama, con restos de orina y fecales.

Cuando esta trabajadora trasladó la denuncia a la dirección de la residencia, fue suspendida de empleo y, pocos días después, despedida argumentando que como tenía la nacionalidad rumana no tenía los papeles en regla.

Fue este episodio el que puso definitivamente en alerta a los familiares de la víctima.

Querían saber si los episodios de falta de higiene se repetían y podían explicar que la abuela tuviera infecciones de orina de forma continuada.

De ahí instalaron una cámara oculta en la habitación.

Las imágenes que grabaron, sin embargo, los dejaron sin palabras. Su madre sufría diariamente un infierno.

Sin desayuno

De hecho, aunque pudieron documentar otro episodio grave: el trabajador que repartía el desayuno para las habitaciones se comía, cada día, la comida preparada para la abuela.

Lo hacía en el interior de la habitación, junto a la cama donde ella descansaba.

Tan sólo le dejaba una cantidad mínima para acompañar las pastillas que le había de dar, pero se lo hacía comer con la misma cuchara que él mismo había utilizado. Por si fuera poco, también se bebía el zumo de frutas preparado para la mujer. Como consecuencia, la víctima pasaba 18 horas al día sin ingerir prácticamente ningún alimento, desde la cena del día anterior hasta la comida del día siguiente.

Titularidad pública, gestión privada

Los abusos y malos tratos, pues, eran continuos en esta residencia, de titularidad pública y con una unidad especializada en el tratamiento de personas con Alzheimer.

Aunque es propiedad de la Generalitat, el centro está gestionado por Eulen.

Este grupo empresarial, con sede en Bilbao, sustituyó en enero del 2018 la anterior adjudicataria, vinculada a la constructora OHL.

El cambio, de hecho, se hizo después de varias quejas de familiares de los residentes sobre la deficiencia del servicio, a raíz de las cuales se canceló el contrato.

La llegada de Eulen no mejoró la situación, y las quejas por malas prácticas continuaron.

Nadie podía sospechar, sin embargo, un escándalo como el que ahora se ha descubierto en una de las habitaciones del centro.

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