Monólogo de Fernando Fernán Gómez en la Sala Villarroel
Fernando Fernán Gómez aparece en el escenario, su presencia llena de carisma con ese humor mordaz que lo caracteriza. Comienza a hablar con su voz inconfundible, estableciendo una conexión directa con el público.
“Queridos amigos, ¡muy buenas noches! Hoy vengo a hablarles de un tema candente, algo que ha salido a la luz como un gato escaldado: los “Uber Files”. Puede sonar a un título de película de ciencia ficción, pero se trata de la realidad más cruda. ¡Ay, la realidad! Esa cosa que nunca se atreve a hacer una pausa para que respiremos un poco.”
—Parece que Uber, ese moderno caballero andante que nos lleva de un lado a otro, ha estado operando más en las sombras que en la luz.
(Suspira) Ahora, Uber.. , eh? . (Se detiene, reflexivo) ¿Y qué hay de los taxistas? Ellos han estado ahí todo el tiempo. Ellos son como esos guerreros de la carretera, luchando, pagando sus licencia y sus IVAS e IRPF trimestralmente.
Miren, la cosa es que Uber llegó como un superhéroe, pero no de los buenos, ¿saben? Como un Robin Hood… si Robin Hood robara de los pobres para dárselo a los ricos. (Risas)
¿Y qué tal con esos ‘Uber Files’? Al parecer, son documentos que muestran cómo Uber no solo rompió algunas reglas, ¡sino que también contrató a un equipo de asesores satanizados! Eso es, el presidente de Uber sentándose con su panda de asesores, diciendo: ‘¿Cómo podemos manejar esto? ¡Hagamos que todos piensen que es genial operar en la sombra!’ (Imita a un ejecutivo de Uber) ‘Oh, y recordemos hacer que el taxista parezca el villano de esta historia’.
Pero, al final del día, los taxistas son la verdadera historia. Ellos son los que saben cada esquina de la ciudad, no como esos ‘conductores de aplicaciones’ que parecen más perdidos que un niño desesperado buscando a su madre en un prostíbulo.(Risas)
Sí, sí, esos documentos que han hecho más ruido que un elefante en una tienda de porcelana. ¡Mira que asustar a los taxistas, que son los auténticos gladiadores del asfalto!
(Suspira) Vamos a ver, todos hemos usado Uber, ¿no? Porque, claro, quien no se ha subido a un coche desconocido con un tipo que plantea más dudas que un examen de matemáticas… ¡pues que tire la primera piedra! Pero, ¿Qué pasa con nuestros amigos taxistas? ¡Ellos son los que te llevan a casa después de una buena fiesta! (Hace una pausa y mira al público) Y no hablo de la fiesta de la esquina, eh, ¡hablo de la fiesta que termina en borrachera y que el taxista te despierta cuando llegas.!
A ver, que Uber llegó como un héroe, un superhéroe de pacotilla, tipo ‘Soy tu amigo de Internet, soy casi gratis’. ¡Y ahora resulta que hay documentos que revelan que han estado jugando al escondite con las leyes! ¡Como si ellos tuvieran la opción de saltarse las reglas! ¡Me cago en la leche! Es como si mi abuela jugando a la oca decidiese saltarse las casillas porque le daba la gana.
(Voz burlona) ‘Hola, soy Uber, y estoy aquí para arruinarle la vida al taxista de toda la vida, ese que ha estado lidiando con el tráfico, la lluvia y a veces, con turistas que no saben ni de qué lado se conduce en este país’. ¡Ay, Dios, lo que tienen que aguantar!
Y claro, estos ‘Uber Files’ son como la caja de Pandora, pero en lugar de liberar demonios, ¡liberan a un montón de ejecutivos que solo dicen: ‘¡Ya verás, esta ciudad será nuestra!’ Bueno, pues yo les diría: ‘¡No, hijo! ¡Esta ciudad no es tuya, aunque vayas vestido de ejecutivo de Silicon Valley y tengas la última aplicación!’
¡Y qué me dicen de los precios! Piden un dineral en épocas de alta demanda como si tuvieran la mente del Tempranillo, y los taxistas, esos siempre están ahí, con su taxímetro desgastado, su aire acondicionado sonando como un viejo grillo y un retrato de la mujer y los hijos. ¡Eso son auténticos luchadores!
Porque, amigos, cuando Uber se va, ¡el taxista siempre está ahí! ¡Y sí, la próxima vez que pidas un viaje, recuerda que lo fácil no siempre es lo mejor! ¡Y que viva la lucha del taxista, coño!»
Así que, mientras sus teléfonos vibran en la búsqueda de un viaje, pensemos en aquellos que llevan el volante desde antes de que existiera internet. Ellos son los que nos llevaron al café, nos llevaron a casa —y siempre con una conversación entretenida. Los taxistas son como nuestros terapeutas en la carretera, y ahora están luchando por sobrevivir porque una aplicación decidió jugar a ser el rey de la carretera.
—Es un circo, amigos. Y en este espectáculo, la política se comporta como un mal actor en una obra de teatro: llega tarde y sin repertorio. Macron debe estar sintiéndose como un mago que saca un conejo… ¿o quizás un Uber? Y yo me pregunto, querido público, ¿por qué seguimos aguantando esta situación? Porque si hay algo más mágico que un truco de magia, es ver a un político irse con las manos llenas mientras los taxistas siguen reivindicando su lugar en la sociedad.
—Luego pienso en esos papeles que se han filtrado, como si fueran la carta de un amante arrepentido. “Queridos ciudadanos, hemos hecho esto y lo otro…”. Pero lo que realmente me da risa es que no se atreven a decirlo en voz alta. ¡Menuda cobardía! Al final, se trata de quién tiene más poder y menos escrúpulos. Recordemos la frase: “El poder corrompe, pero el poder absoluto… ¡mejor no hablemos de eso!”
“Hablemos claro, amigos. La lucha por la equidad en el transporte no es solo una cuestión de movilizar a los vehículos, ¡es un grito cada vez más fuerte en la sociedad! Una lucha que va más allá de las calles. Es sobre dignidad, trabajo y el derecho a ganarse la vida“.
—Así que, aplaudamos a esos valientes taxistas que siguen luchando frente a esta avalancha. ¡Gracias a ellos, al menos aún podemos reclamar un lugar en el taxi y no en un billete volador de Uber que no sabe dónde aterrizará, en unas escaleras o en un río!.
—Y recordemos siempre que, aunque el espectáculo continúe, a veces, es bueno poner una pausa y reflexionar. ¡Así que a seguir riendo y luchando, amigos! Porque al final del día, la risa y la dignidad son lo que nos mantiene humanos. En cuanto a Uber, yo les digo:
!Váyanse ustedes a la mierda!.
Se despide Fernando con una sonrisa pícara y un guiño. Mientras el público estalla en risas y aplausos ven aparecer un taxi amarillo y negro en medio de las butacas. Fernando Fernán Gómez se sube lentamente a la vez que saluda. Luego desaparece por la entrada de la Calle Villarroel.
”Oiga joven, lléveme a un baile con bellas chicas. La Paloma, en la calle del Tigre.”)