Cierra la puerta al salir, Israel

Israel se autoaísla: adiós al MWC 2026 en Barcelona

El Estado de Israel ha decidido boicotear el Mobile World Congress 2026. Según el ministro de Comunicaciones, Shlomo Karhi, la medida responde a las supuestas “políticas antisemitas” del gobierno español y del Ayuntamiento de Barcelona, que han denunciado las atrocidades cometidas en Gaza.

Lo que Israel llama antisemitismo, el resto del mundo lo reconoce como lo que es: un genocidio transmitido en directo, con miles de niños enterrados bajo los escombros por las bombas israelíes.

El victimismo de un verdugo

Resulta insultante que un Estado que ha convertido Gaza en un cementerio masivo se permita hablar de discriminación. Israel se ha especializado en invertir los términos del debate, presentándose como víctima mientras arrasa con barrios enteros, bloquea alimentos, corta agua y ataca hospitales. La acusación de “apoyo a Hamás” es la coartada recurrente para justificar crímenes de guerra contra una población civil indefensa.

España y Barcelona ponen límites

El gobierno de Pedro Sánchez anunció un embargo de armas a Israel y un paquete de medidas en respuesta al genocidio. El Ayuntamiento de Barcelona, por su parte, ha suspendido relaciones institucionales con Tel Aviv hasta que se respete el derecho internacional. Son pasos firmes que marcan un cambio: Europa empieza a entender que la complicidad con un régimen genocida no es neutralidad, es colaboración.

Tecnología manchada de sangre

Durante años, Israel se ha presentado en el MWC como un referente en innovación tecnológica. Pero detrás de sus avances en ciberseguridad e inteligencia artificial se esconde un laboratorio de ocupación: tecnología probada sobre un pueblo sitiado, vigilado, encarcelado y asesinado. No es casual que muchas de sus startups estén vinculadas a la industria militar o a la represión digital de los palestinos.

La soberbia de quien teme la verdad

Israel veta a alcaldes, insulta a gobiernos, y ahora se autoexcluye de un congreso global. En realidad, su retirada es un síntoma de debilidad: saben que la narrativa oficial ya no convence, que el mundo ha visto demasiado como para seguir comprando su victimismo. Boicotear Barcelona no es un acto de fuerza, sino de aislamiento.

Cierra la puerta al salir

El MWC sobrevivirá sin Israel, y además estará más limpio. La innovación mundial no depende de quienes convierten la tecnología en armas de ocupación. Lo que sí depende del futuro es la capacidad de los Estados y las ciudades de decir “basta” al genocidio.

Si Israel quiere marcharse, que se marche. Pero que sepa que cada vez encontrará más puertas cerradas, no por antisemitismo, sino por dignidad.