Escultura El Llarg Viatge en La Línea de la Verneda

Escultura El Llarg Viatge en La Línea de la Verneda



«Era lógico que, un día u otro, Barcelona pidiera un monumento a uno de los escultores catalanes más veteranos y valorados, Francesc Torres Monsó. La cita olímpica de 1992 fue la razón por la que se pensara en una obra suya, El Llarg Viatge, a fin de embellecer la nueva rambla de Prim. La obra, definida por el autor como la relación del ser humano con el cosmos, refleja su perfil en un estanque.

Dentro de una estética mínima busca el difícil equilibrio de sus componentes con la ironía que rompe la continuidad. A finales de los años setenta, sus trabajos derivan despacio hasta el cubo o la caja negra de la serie «Black hole«.

De hecho, no abandona la idea de macizo que había predominado en las obras anteriores de carácter figurativo y mantiene la misma ironía en un mundo más geométrico y radicalizado.

Si en su producción de los años sesenta había muchos aspectos arquitectónicos y un interés por el orden constructivo, todo ello continúa en una línea de depuración y síntesis mucho más radical en cuanto a lenguaje.

Los cubos negros conducen directamente hacia El Llarg Viatge, un camino de arquitecturas imposibles porque siempre hay ausencia, el corte, la nada, el significado que puede romperse en cualquier instante, el paradigma del viaje hacia la incertidumbre, los límites del lenguaje que hacen camino hacia el interior del ser humano.

El concepto de construcción y destrucción, a la vez con la combinación de formas herméticas, tienen que ver con esta constante que liga su trabajo a una filosofía relativista de la existencia.

La dinámica de la oscilación se puede observar en la obra, al igual que la idea de existencia precaria forma parte de los temas que preocupan al escultor: los traumas y conflictos humanos, el azar, la muerte, la fatalidad, el equívoco, el juego, la broma, el vacío, la ausencia, el enigma, el imprevisible.

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