Un paseo por los Jardines de la Villa Amelia

Un paseo por los Jardines de la Villa Amelia

Los jardines de la Villa Amelia forman un cuadrado casi perfecto. El espacio verde, de concepción tradicional y estilo afrancesado, es el resultado de una fusión entre las especies originales de unos antiguos jardines privados y las plantaciones posteriores, introducidas cuando se remodelaron para hacerlos públicos.

La presencia de árboles imponentes de especies muy variadas destaca la calidad de un jardín en el que se conservan árboles centenarios como palmeras, plátanos o pinos y una gran variedad de arbustos y parterres.

Los jardines de la Villa Amelia tienen su origen en el jardín suntuoso que Ignacio Girona hizo construir en una finca de su propiedad en Sarrià. El nombre lo puso en honor de su esposa, Amelia de Vilanova. Durante muchos años la familia Girona utilizó la Quinta Amelia como lugar de veraneo.

El año 1930 el Ayuntamiento destinó los terrenos a parque público y el 1969 fueron definitivamente expropiados a cambio de edificar una parte, lo que conllevó al derribo de la antigua residencia de los Girona. Un trozo de terreno ha quedado integrado en los Jardines de la Villa Cecilia, situados en el otro lado de la calle Santa Amelia, que se abrió cuando se crearon los dos espacios verdes.

Biodiversidad

Los Jardines de la Villa Amelia son ricos en especies vegetales -cerca de cincuenta- y en ejemplares poco frecuentes en Barcelona, ​​como los de la avenida flanqueada con ejemplares de Sophora japonica pendula.

También hay tilos (Tilia europaea y tomentosa), cedros (Cedrus libani, atlantica y deodara) y cipreses (Cupressus glabra, macrocarpa y sempervirens). La jacaranda (Jacaranda mimosifolia), la palo rosa (Tipuana tipu) y el árbol del amor (Cercis siliquastrum), y arbustos como Lagerstroemia indica, todos con unas floraciones espectaculares, completan el conjunto.

Destacan las magnolias (Magnolia grandiflora), las encinas (Quercus ilex), los árboles del amor (Cercis siliquastrum), grandes ejemplares de pino piñonero y de pino (Pinus pinea y Pinus hapelenssis) y, entre las palmeras, el palmito (Chamaerops humilis) y ejemplares muy desarrollados de Trachycarpus fortunei.

Pero los reyes indiscutibles de la vegetación son un plátano (Platanus hispanica) y un falso pimentero (Schinus molle) de casi noventa años, un eucalipto (Eucalyptus globulus) plantado a finales del s. XIX, un ejemplar de Gymnocladus dioicus casi centenario y un conjunto de quince palmeras de Canarias (Phoenix canariensis) que fueron plantadas también a finales del siglo XIX. Todos se encuentran en el Catálogo de Árboles de Interés Local de Barcelona.

Paisajismo y diseño

Un ejemplo es la glorieta de los cipreses, situada encima de una colina de piedras que antaño fue una cascada. Está muy cerca del acceso desde la calle Santa Amelia. Enfrente, los jardines se extienden, espléndidos, con grandes parterres, cada uno con una vegetación diferente.

El estaño y el cerro de los pinos son los dos lugares destacados de los jardines. El estanque es circular, y está situado dentro de un gran parterre con pequeñas vallas vegetales de mirto cuidadosamente recortes que forman dibujos sobre el césped. Dentro del agua reinan las plantas acuáticas, presididas por la figura de una ninfa protectora.

Como contrapunto de este espacio abierto y en calma, cerca del acceso por la calle de Francesc Carbonell, hay una colina un poco escondida de tierra desnuda al que se accede por unos escalones de madera. Es un lugar diferente y un poco agreste.

Arte y arquitectura

En una isla que emerge en medio del estanque de los Jardines de la Villa Amelia se eleva, menuda y esbelta, Dríadre, la ninfa protectora de los bosques. Es la figura de bronce de una adolescente desnuda, considerada una de las mejores esculturas de Ricard Sala. No muy lejos, en un rincón entre sombrío y luminoso, un efebo toca la flauta. Es el encantador de serpientes, una escultura de bronce del belga Jules Anthone.

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