Arrels denuncia más sanciones desde que está en vigor el Pla Endreça

La fundación Arrels denuncia la presión del Pla Endreça contra las personas sin hogar

La fundación de atención a las personas sin hogar Arrels denuncia los efectos negativos que también comporta el Pla Endreça del Ayuntamiento de Barcelona, el proyecto del consistorio de Jaume Collboni para «poner orden en el espacio público» de la capital catalana en materia de limpieza y seguridad. Un plan que se está traduciendo en más presencia policial, un endurecimiento de las ordenanzas relativas al civismo, la tenencia de animales o el uso del espacio público y que, según señala Arrels, también en más sanciones y vulneraciones de derechos a las personas sin hogar.

Arrels lamenta que el plan barcelonés está comportando que la policía y los servicios de limpieza municipal estén echando a las personas sin hogar de los espacios públicos donde pernoctan o se encuentran habitualmente. En este sentido, denuncian episodios que han enfrentado a estas personas en situación de vulnerabilidad como que tiren a la basura sus pertenencias —mantas, cartones, documentación o medicación— y hacerlo sin aviso previo, mojar a las personas que están en la calle buscando que se marchen o amenazas de multas o de quitarles a sus animales de compañía.

«La impresión de las personas que conocemos y duermen en la calle es de abuso y de impotencia; muchas de estas actuaciones se producen de manera reiterada cada día. Eso hace que estas personas evidencien síntomas de estrés, sufran angustia y vivan, todavía peor, el hecho de dormir en la calle», argumentan desde la fundación de atención al sinhogarismo.

En este sentido, Arrels señala que el incremento de presencia policial y el miedo a lo que puedan hacer se traduce también en una ruptura de rutinas en el día a día de las personas sin hogar: tienen que hacer guardia de sus cosas o esperar que se limpie y se seque el suelo donde están habitualmente para después volver a poner allí sus pertenencias, de forma que pierden turnos en los comedores sociales.

Esta mayor presión sobre el sinhogarismo implica también un aumento de las multas que en muchos casos los ciudadanos sin hogar no pueden pagar, «Desde que el Pla Endreça entró en vigor, las personas que atendemos han recibido unas treinta multas. Estas multas, a pesar de no haberse incrementado en relación con los años anteriores, son de cantidades más elevadas. En Arrels conocemos personas que viven en la calle y que acumulan miles de euros en sanciones», explican desde la fundación. Se trata de sanciones relativas a beber o hacer ruido en la calle, falta de limpieza personal o por pedir limosna, es decir, vinculadas a sus circunstancias vitales y sujetas a no tener un espacio privado propio para poder estar.

El defensor del pueblo denuncia los hechos

Sobre esta situación se pronunció también la Sindicatura de Greuges de Barcelona, que a mediados de mayo denunció que la actuación del Ayuntamiento de la capital catalana enfoca el fenómeno del sinhogarismo «únicamente de manera punitiva» y con la finalidad de poner «orden» en el espacio público, pero no implica más servicios municipales por abordar la problemática de manera holística e integral con la cual conseguir soluciones.

En una resolución emitida el 17 de mayo, el órgano defensor del pueblo, encabezado por el síndico David Bondia, interpela directamente a los servicios de seguridad y de servicios sociales del consistorio barcelonés que dirige el alcalde Jaume Collboni para cambiar la estrategia y evitar «revictimizar» a estas personas en situación de vulnerabilidad.

El caso nace a raíz de la denuncia de una persona en situación de sinhogarismo atendida precisamente por la Fundació Arrels ante la Sindicatura de Greuges de Barcelona. La Guardia Urbana de Barcelona le había interpuesto hasta 42 multas, muchas de ellas en un mismo día y por un mismo agente, por presuntas infracciones de la normativa municipal vinculadas a su situación, como dormir, orinar, consumir alcohol y escupir en el espacio público, la falta de higiene personal o hacer un uso «incorrecto» de los bancos y asientos de la calle.