José María García en el Teatro Liceo
¡Buenas noches, amigos! Vamos a hablar de los «Uber Files». Sí, efectivamente, ese desaguisado en el que se han visto envueltos unos cuantos políticos, que parecen más bien unos auténticos charlatanes al servicio del poder. ¡Menuda obra de teatro! ¡Vaya panda de patéticos!
En primer lugar, está esa dirigente que se pensaba la Reina del mambo, una demagoga madrileña que prometió un mundo mejor mientras se llenaba los bolsillos con las migajas que le arrojaba Uber.
¿Qué dignidad tiene un político que actúa como un titiritero manejado por los hilos de una corporación? ¡Ninguna! Es un auténtica clown, un payaso que no sabe si aplaudir al lado de los ciudadanos o arrastrarse ante la multinacional.
Y qué decir del siguiente en la lista: un defensor de la justicia que se convierte en un sobornable del instantáneo negocio del transporte privado. ¡Por favor! Este tipo, con su sonrisa de mantequilla derretida, pensó que podía esquivar las preguntas incómodas, como un ilustre cobarde. Cuando la prensa comenzó a investigar, se fue escondiendo como una rata en un agujero. No hay peor traición que la de aquellos que se esconden detrás de una corbata para hacerse pasar por honestos.
Y no olvidemos a los que callaron. Esos cómplices silenciosos que prefirieron mirar para otro lado. Un batiburrillo de incompetentes que dejaron a la ciudadanía a merced de un gigante que no tiene reparos en pisotear cualquier ley que se interponga en su camino.
Su cinismo es tal que podríamos bautizarles como los caballeros andantes del neoliberalismo ,o sea ,en Román paladino arrasar con los derechos de los taxistas para instaurar un negociete de tres al cuarto donde sólo ganan ellos.
¡Sin vergüenza alguna!
¡Qué espectáculo, amigos! Este circo no tiene límites. Los que se mueven entre las sombras son unos apátridas que se olvidan de que en sus manos está el bienestar de todos.
Los que tienen que rendir cuentas por sus actos y se permiten el lujo de reírse en nuestra cara, son unos usureros de la ética. Juegan al escondite con nuestra confianza, y nosotros, ciudadanos de a pie, nos quedamos mirando, sin saber cómo reaccionar.
Es hora de que esos pimpollos entiendan que hay un público que exige transparencia y responsabilidad. Porque al final, amigos, esta farsa se tiene que acabar. Algo les digo: si creen que van a salir indemnes, se están equivocando. ¡Que empiece la caza del granuja!.
(Se retira del escenario mientras las luces se apagan y el público aplaude, quizás con una mezcla de risa e indignación.)
(Se encienden las luces nuevamente, José María García vuelve al micrófono con energía).
¡Buenas noches, amigos! Hoy no solo hablamos de complicidades y traiciones, también de lecciones que nos llegan desde los lugares más inesperados. Como la noticia de que, en pleno programa, ¡recibo una llamada en directo!
(Se escucha el sonido de un teléfono, y con una mirada sorpresiva y una sonrisa sardónica, García señala hacia el público).
¡Vaya! Parece que alguien de la alta alcurnia quiere hacerse oír. ¿Quién será? Podría ser cualquier personaje, pero esperen… ¡Es la Princesa Leonor!
(Levanta el micrófono como si fuera un palo de golf, listo para recibir el golpe).
¡Hola, Princesa! ¡Tú que eres símbolo de la juventud y el futuro de España! Dime, ¿qué opinas sobre todo este lío con Uber y los taxistas, esos trabajadores que luchan con valentía por su dignidad y su pan?
(Simula escuchar mientras hace gestos de atención).
¡¿Qué dices?! ¡Apoyando al taxi! ¡Eso me gusta escuchar! Dices que los taxistas son auténticos representantes del trabajo honesto y que merecen nuestro respeto y apoyo. ¡Qué bien! ¡Felicidades por tener esa visión clara en un mundo donde muchos prefieren mirar hacia otro lado!
(Con sarcasmo y un tono burlón).
A ver, Princesa, con tus palabras me haces recordar que no todo está perdido en esta sociedad. Me encanta que estés con nosotros en la batalla, abogando por aquellos que se levantan cada día para trabajar, sin saber si podrán llegar a fin de mes. Ellos son quienes realmente llevan las riendas de nuestra economía, no esos ejecutivos pulcros de Uber que solo ven cifras y beneficios.
¡Qué refrescante es escuchar que alguien de tu posición esté del lado de la gente común! Quizás, solo quizás, con tu voz se escuche un mensaje potente que haga temblar a esos incompetentes que prefieren dejar a los taxistas en el olvido.
Imagínate, Princesa, la imagen que podrías proyectar al alzar la voz por ellos: la realidad frente al oligopolio.
Pero no solo son suficiente las palabras, amiga Leonor. Hay que actuar. ¿Qué tal si organizamos una manifestación real, digna de un cuento de hadas? (Ríe sarcásticamente) Tú, en primera línea, con tu corona bien puesta, y todos los taxistas a tu lado. ¡Eso sí que sería una estampa histórica!
(Con un gesto desafiante).
Así que, Princesa, cuéntale a tu padre, al Rey, que este país necesita más que discursos vacíos. Que necesitamos acción, decisión y, sobre todo, justicia para los que realmente trabajan en el día a día. Apoya a los taxistas y que tu voz resuene en la puerta de aquellos que deciden sobre nuestro futuro.
Gracias, Princesa Leonor, por recordarnos que, a veces, la nobleza no se mide por una corona, sino por el compromiso con la gente que se deja la piel al volante. ¡Hasta la próxima, y que viva el taxi!
(Con una sonrisa triunfante, se despide mientras el público aplaude, entusiasta ante la inesperada intervención y el fervor del mensaje).
(El ambientador musical se desvanece y José María García se acomoda, decidido y lleno de energía, dirigiéndose una vez más al micrófono)
Y sigamos con esta montaña rusa de emociones. De la Princesa Leonor a los taxistas, y ahora… ¡Consigamos al gran capitán del barco de Uber! Estoy a punto de hacer una llamada a Nueva York, donde se encuentra el máximo representante de esta multinacional que parece tener más trato de favor que un Pontífice del Vaticano . ¡Vamos a ver si se atreve a dar la cara!
(Con un gesto teatral, simula marcar un número y espera mientras suena el teléfono).
¡Sí! ¡Aquí va! (Después de un par de tonos, contesta).
¡Hello! ¿Is this Mr. Khosrowshahi? (Imitando un acento inglés un poco deficiente). ¡This is José María García, in Spain.From Liceo Theater…!
(Continúa en su estilo característico, con un tono burlón y enérgico).
Let me tell you, Mr. Uber, you are in a big trouble! ¿No te das cuenta de lo que estás haciendo? ¡Tú y tu compañía están aplastando a los taxistas! ¡Los verdaderos héroes de la ciudad! Ahora mismo, esos hombres y mujeres están luchando por su sustento, por su dignidad, y tú, con tu sonrisa siniestra sigues jugando a ser el rey del cabildeo.
(Se escucha una respuesta en inglés. José hace un gesto de frustración).
Sí, sí, ya sé que dices que «everyone loves Uber», pero eso no es cierto para los taxistas, ¡genio! No puedes lavarte las manos como si fueras Pablin Pablete después de limpiarle el culo a su perro. !Lo que estás haciendo es absolutamente aberrante. Un abuso monumental!.
¿Tú realmente crees que los usuarios están contentos con tu aplicación? (Con sarcasmo). Claro, claro, si te enfocas solo en los datos y no ves las caras de los que explotas en horario interminable , ¡es un desastre! ¿Dónde está el respeto por estos trabajadores? ¡¿No lo ves?! Y los taxistas?Ellos son los leones de la jungla urbana, no tú que estás mirando desde una oficina elegante rodeado de Slavery yes-man.
(Con un tono más intenso, casi retador).
Y ahora, Mr. Khosrowshahi, ¿qué vas a hacer? ¿Te vas a quedar ahí sentado disfrutando de tus beneficios o vas a sentarte a negociar? Porque si piensas que vamos a dejar que Uber se imponga sobre la dignidad de las personas, ¡te equivocas por completo! Esto no es un juego ¡es la vida real!
Una última cosa: NO subestimes a los taxistas, porque son los verdaderos titanes de esta ciudad. Si continúas así, no tendrás más remedio que enfrentarte a un pueblo unido, y eso, amigo mío, será un espectáculo que no querrás perderte. Así que, por favor, elige sabiamente.Be wise,motherfuker.
(Con un gesto triunfante, García termina la llamada).
Gracias, Mr. Uber, y espero que esta conversación no se quede en el aire. ¡Que tengas un buen día en tu torre de cristal!
(Baja el micrófono, se gira hacia el público con una sonrisa y un guiño).
(Se retira entre aplausos, con la energía de una jornada intensa y un mensaje claro).
(El ambiente se calienta con la energía del público, y José María García, todavía con el micrófono en la mano y defendiendo su postura).
¡Y ahí lo tienen, amigos! Desde la Princesa Leonor hasta el gran hombre de Uber, y nosotros en medio de esta lucha por la dignidad, la justicia y, sobre todo, la verdad. ¡Esto es lo que buscamos! La voz del pueblo haciéndose escuchar, pero… (mirando a su alrededor, como si presintiera algo incomodo).
A veces, no todo puede quedar en la anécdota. La verdad puede hacer ruido, y la presión puede generar tensión. (Con un tono más irónico) Y hablando de tensiones, ¿quién viene por ahí? (Se escucha el sonido de sirenas que se acercan, y García hace un gesto de sorpresa).
¡Oh! Miren quién se presenta… ¡La policía! (Con un tono desafiante). ¿Qué es esto? ¿Una intervención inesperada en mi show de variedades? Señores, no me digan que han llegado para llevarme porque he dicho la verdad sobre Uber y sus abusos. ¡Vamos, que eso sería un verdadero escándalo!
(Simula acercarse a un policía que entra en el escenario, que mira con seriedad).
¡Hola! ¿Vienen a arrestarme por defender a los trabajadores? ¡Esto ya es el colmo! ¡La censura es una tiranía! A ver, ¿Qué excusa tienen esta vez? ¿Van a decir que estoy incitando al odio hacia los ricos de Silicon Valley? ¡Qué risa!
(Se da cuenta de que la situación es seria y se dirige a la multitud).
Amigos, esto es lo que sucede cuando alguien se atreve a hablar, a cuestionar el sistema. No importa si eres un periodista o un ciudadano de a pie, si te atreves a levantar la voz, ¡ahí vienen! Atacando el núcleo de la libertad de expresión. Este es el momento en que la defensa de la verdad se convierte en un delito, amigos. ¡No me lo puedo creer!
(Con ironía y sarcasmo mientras le ponen las esposas).
Así que aquí estoy, esposado y probablemente en camino al calabozo por rendir tributo a los valientes taxistas que luchan por su dignidad. ¡Menuda democracia de pacotilla!¿Qué se puede esperar en un país donde la voz de los trabajadores es vista como un peligro y no como un fundamento?
(Dirigiéndose a los policías, con tono desafiante).
Escuchen, muchachos, lo que estoy haciendo aquí es por el bien de la gente. Defender la verdad no debería ser un delito en este país. ¿Acaso no les enseñaron eso en la academia?
(Con una mirada hacia el público que, entre risas y aplausos, observa el espectáculo).
No se preocupen, amigos. Este es solo un capítulo en la lucha. Aunque me lleven hoy, no se olviden que hay un sinfín de voces que gritan por justicia. ¡No podrán silenciarnos! ¡Esto no se acaba aquí!
(Mientras es llevado hacia la salida, un último grito de García resuena en el aire:!Chupopteros!¡Que vivan los taxistas! ¡Que viva la lucha por la dignidad! ¡Esto no es el final, sino el comienzo de algo más grande!
La policía lo conduce fuera del escenario, y el público estalla en aplausos, riendo y gritando, emocionados ante la inesperada culminación del monólogo).
(El ambiente aún resuena con los aplausos y las risas del público tras el arresto de García. De repente, se retira la policía y el foco se apaga, pero rápidamente se ilumina nuevamente, y García recupera su postura, buscando recuperar el ritmo).
¡Y aquí estamos, amigos! Antes de que me lleven de nuevo al calabozo, déjenme traer a la escena a unos auténticos guerreros, a los que realmente están marcando la diferencia en esta lucha por la dignidad del transporte. A los que, desde el asfalto, están dando la cara. Con ustedes, ¡Tito Álvarez, Peseto Loco y Baena!
(Entra Tito Álvarez, seguido de Peseto Loco y Baena, que ocupan sus asientos con actitud decidida).
¡Bienvenidos, amigos! Primero que nada, ¡déjame agradecerles por estar aquí! Sabemos que ustedes son los verdaderos valientes de esta historia, los que han estado en la trinchera defendiendo a los taxistas.
(Se vuelve hacia Tito Álvarez).
Tito, cuéntame, desde tu perspectiva, ¿cómo ha sido la lucha contra esta multinacional que juega al escondite con las leyes? ¿Estás viendo avances o aún estamos atrapados en un juego de sombras?
Tito Álvarez:(Con firmeza). José María, la situación es complicada, pero estamos más unidos que nunca. La gente ha empezado a entender que esto no es solo un problema de taxistas. Es una cuestión de derechos, de dignidad laboral. Uber ha intentado presentarse como la solución, pero en realidad se está convirtiendo en el generador del problema.
(García se inclina hacia Peseto).
¡Ja! Te veo, Peseto. Pero, dime, en tu día a día, ¿Cómo sientes que afecta a los taxistas esta competencia desleal? ¿Los ánimos están por las nubes o más bien en el suelo?
Peseto Loco: ¡Te lo digo claro, José! Hay días que estamos como leones enjaulados. Entre que unos se quieren ir y otros se quedan, a veces siento que en vez de taxistas, somos un grupo de trapecistas tratando de equilibrar una balanza rota. Pero lo que tenemos claro es que no vamos a dejar que nos tiren del escenario. ¡Que lo sepa Uber!
(En otro lado, Baena, que ha escuchado a sus compañeros, decide intervenir).
Baena:Estoy de acuerdo, Peseto. Pero hay que ser realistas. Esto no solo es cuestión de carácter. Necesitamos estrategias sólidas. Necesitamos que tanto los políticos como los ciudadanos entiendan que aquí se está jugando el futuro del trabajo. La dignidad laboral debería ser el mínimo exigible. Si no luchamos juntos, se convierte en una guerra de desgaste.
(Con un gesto hacia el público).
Gente como los que están ahí no merecen menos que el respeto. No podemos dejar que Uber se ría en nuestra cara. Pero también necesitamos que los ciudadanos se unan. La batalla no es solo nuestra, ¡es de cada uno que utiliza un taxi!
(José María, emocionado, se vuelve hacia el público, señalando con el dedo).
¡Eso es, amigos! Ustedes son parte fundamental de esta historia. Cuando el taxi llega a su puerta, recuerden quién está detrás del volante, y no solo un número en una app. Pero no todo es pesimismo, hay que encontrar soluciones. Tito, Peseto, ¿cuáles serían sus próximos pasos?
Tito Álvarez: (Con determinación). Vamos a seguir haciendo ruido, José. Organizaremos protestas, campañas para que la gente sepa lo que está en juego. Y, por supuesto, seguiremos luchando por una regulación justa.
Peseto Loco: ¡Y además! Vamos a desmantelar el mito de que Uber es mejor. Mostremos cómo el verdadero servicio es el que ofrece un taxista que conoce su ciudad, sus calles, su gente, ¡y que se preocupa por ellos!
Baena: Exacto. Todos juntos, porque la fuerza está en la unión. Coordinar con más compañeros y aliados. Mostrar que somos una comunidad que no se deja vencer.
(José María, al ver la energía y la determinación de los activistas, asiente con admiración).
¡Brillante! Eso es lo que necesitamos. La voz firme y decidida de hombres valientes como ustedes. Y recuerden, amigos, aunque me lleven a mí, la historia continúa. Esta no es solo una pelea por el taxi, ¡es una pelea por un futuro más justo para todos!
(Sonando suave, casi conspirador).
Así que cuídenme, mantened viva la llama de esta lucha. ¡Porque al final, el verdadero poder está en la base! ¡No se rindan y a seguir adelante!
(El público estalla en aplausos, mientras Tito, Peseto y Baena sonríen y asienten, sabiendo que su lucha sigue viva).
(Con el ambiente cargado de emociones y la energía del público palpable, José María García se vuelve hacia el micrófono, decidido y audaz).
¡Y seguimos avanzando, amigos! Hoy hemos hablado de luchas, de dignidad, y de un sistema que parece que nos está llevando de vuelta a la Edad Media. ¡Sí, lo han oído bien!
En lugar de progresar, estamos viendo cómo se instauran nuevas formas de explotación a través de lo que llaman “economía gig”.
Como si el nombre fuera a suavizar la realidad de que hay personas atrapadas en un trabajo precario, débil y sin derechos.
(Con energía, saca su teléfono móvil y simula marcar un número).
Pero ¿saben qué? ¡Vamos a actuar a lo grande! Voy a intentar hablar con Felipe VI, porque, sinceramente, esto no es solo una cuestión de trabajadores, es un asunto que debería preocupar al propio jefe del Estado.
Aquí estamos, volviendo a un sistema feudal donde los poderosos se hacen más poderosos y el resto, simplemente, se las arregla como puede.
(Mientras simula esperar la respuesta, se vuelve hacia el público, con un tono burlón).
¿Se imaginan a Felipe contestando? “¡Hola, José! ¡Qué sorpresa!” (Ríe y hace una voz acentuada en tono realista). ‘¿Qué tal la economía? Esta “nueva normalidad” va de maravilla, ¿no?’. ¡Ridículo!
(Simula que le contestaron y responde con un tono directo).
¡Hola, Majestad! Soy José María García. ¿Podrías dedicarme un momento en medio de tus obligaciones reales? Quiero hablarte sobre cómo estamos retrocediendo hacia la Edad Media. ¡Sí, eso es! Mientras que en otros lugares del mundo se avanza hacia derechos laborales justos, aquí, los trabajadores viven en la incertidumbre, sometidos a la dictadura de las aplicaciones.
(Con énfasis y tono mordaz).
Felipe, me dirás que esto no es tu ámbito, pero ¿qué tal si responsabilizamos a aquellos que, en lugar de promover un trabajo decente, fomentan una economía donde todo vale? .
Aquí no se trata de tecnología; esto es pura y dura explotación. ¡Las aplicaciones que prometían libertad ahora son cárceles virtuales!
(Pausa para dejar que el mensaje cale).
Piénsalo bien, Majestad. Franceses, italianos… todos están protestando contra este abuso. Pero aquí, el pueblo está tan dividido que ni siquiera hay un ruido lo suficientemente fuerte para hacer eco en tu palacio.
Los taxistas, los riders, todos han visto sus derechos pisoteados por una economía que se llama “gig” y que, en realidad, es un chiste a costa de la dignidad laboral.
¿No crees que deberías hacer un llamado desde tu posición, utilizando tu voz para unir a nuestra nación? Porque si no lo hacemos, estaremos condenados a volver a una sociedad donde el dueño del feudo es el único que ríe mientras el resto se mata por unas pocas monedas.
(Con una mirada desafiante hacia el público).
Así que, gente, ¿qué piensan? ¿Es este el modelo de progreso que queremos? ¿Regresar a la Edad Media, cuando unos pocos vivían en el lujo y la mayoría sobrevivía en la miseria? ¡Eso no lo podemos permitir!
(Finalmente, terminando la llamada, regresa al micrófono).
Felipe, es hora de actuar. ¡La historia está en juego! No dejes que esto se convierta en un capítulo triste de nuestra sociedad. La voz de la ciudadanía debe ser defendida. Te lo digo como ciudadano, y como periodista. No quiero que España se convierta en el reino de los surfeadores de la economía gig que, al final, no tienen ni la seguridad de una simple tabla en un mar de incertidumbres.
Si no tomas una posición, y pronto, el futuro no tendrá nada que envidiarle a las peores épocas de la historia.
(Con una sonrisa irónica, levanta el brazo como si pidiera aplausos).
¿Todavía crees que estamos en el siglo XXI? ¡Despierta! ¡Que este mensaje cruce las paredes del palacio! ¡Apoyemos una economía digna!
(El público estalla en aplausos y ovaciones, reconociendo la contundencia del mensaje de García, que termina su intervención con una mirada feroz y decidida, listo para seguir la lucha).
(El ambiente es electrizante, y el público espera ansiosamente. José María García se coloca detrás del micrófono, listo para continuar con su apasionante diatriba sobre la economía gig).
¡Y aquí estamos de nuevo, amigos! La lucha por la dignidad laboral, el retroceso hacia la Edad Media… ¡Pero esperen un momento! ¿Qué es eso que entra en el escenario?
¡Parece que tenemos una visita muy especial! (García mira sobre su hombro, con una sonrisa traviesa).
¡Los Hermanos Marx! Sí, los verdaderos titanes de la comedia. ¡Denme un fuerte aplauso para Groucho, Chico y Harpo!
(Los Hermanos Marx entran, Groucho con su característico puro, Chico con su piano y Harpo con su trompeta. El público estalla en aplausos y risas).
Groucho: (Con su ingenio afilado). ¡Buenos días, José! He oído que hablabas de la economía gig. ¡Déjame decirte que la palabra gig suena como cuando te roban la cartera en el metro!
José María García: (Ríe y asiente). Sí, Groucho, eso es lo que estamos denunciando aquí: ¿realmente creemos que la economía gig es la gran solución a nuestros problemas?
Groucho:(Con una sonrisa burlona). ¿Solución? ¡Eso suena más como un chiste! ¿La economía gig? Eso es como si vendieras aire enlatado y luego te quejaras de que la caja está vacía. ¡Yo he visto menos explotación en un campo de reeducación en Siberia!
(Chico interrumpe mientras toca el piano).
Chico:¡Oye, espera un momento! ¿No sabes que esos «gigs» son contratos sin derechos? ¡Es como si te ofrecieran una bolsa de palomitas y luego te la quitan cuando ya tienes ganas de comer! Aunque un trabajador de Uber no se puede permitir una bolsa de patatas fritas,viven de los padres hasta los 50.
José María García:
¡Exacto, Chico! Pero, Groucho, ¿qué opinas de estos trabajadores que viven al límite, atrapados entre aplicaciones y una economía que no les ofrece tregua?
Groucho:Mira, José, esto de la economía gig es como un mal chiste. Te dicen que eres tu propio jefe. ¡Pero es como tener un perro y tú vas detrás de él a recoger lo que deja! ¡Eres el que termina limpiando el desorden, y ni siquiera te ofrecen un poco de comida!
(La audiencia se ríe, disfrutando del humor ácido de Groucho).
(Con ironía, comienza a gesticular como si estuviera pensando).
Groucho:Ahora, hablemos de Felipe VI. He escuchado que lo llamaste. La última vez que escuché algo así, fue cuando le dije a un rey que le haría ver una película sobre la pobreza y decidió hacer una sobre su propio reflejo en el espejo. ¡Eso es una verdadera tragedia!
Chico: (Con entusiasmo). ¡Ah! Pero si el rey se da cuenta de que los taxi son los verdaderos héroes, ¡podríamos vivir todos felices en un reino donde los derechos laborales son la norma!
Harpo: (Asiente, tocando la trompeta mientras imita la lucha de los trabajadores).
Groucho:(Con una mirada seria, a la vez que en tono jocoso). José, ¿tú crees que algún día podremos salir de este laberinto? Porque sigo pensando que si la vida fuera una película sería En busca del arca de los derechos perdidos.
José María García:(Sonriendo). ¡Exactamente! Si seguimos así, el único beneficio que logrará la economía será el de las aplicaciones que se llevan el dinero mientras los trabajadores se quedan con las manos vacías.
Groucho:(Con picardía). Entonces, ¿qué debemos hacer? ¿Unirnos o seguir mirando como si estuviéramos en una función de marionetas? Porque, al final, ¡no son los hilos los que lo mueven, sino los que los sostienen!
(Público ríe y aplaude).
José María García: ¡Eso es, Groucho! La unión es importantísima en esta lucha. Y debemos asegurarnos de que este mensaje no se quede en el aire. Gente como nosotros tiene que ser escuchada.
Chico: ¡Y si no nos escuchan, siempre podemos hacer ruido, como Harpo! (Harpo toca la trompeta, haciendo un escándalo, mientras Groucho imita a un trabajador agotado con un humor disparatado).
Groucho:¡Así es, amigos! Debemos ser el eco que suena fuerte y claro. La lucha es nuestra, y mientras que haya un poco de locura y risa, ¡nunca dejaremos que esta economía gig se convierta en un teatro de sombras!
José María García: ¡No podrías haberlo dicho mejor! ¡Darle un fuerte aplauso a los Hermanos Marx, que nos traen la risa justo en el momento que más la necesitamos!
(Público aplaude y ríe, mientras los Hermanos Marx hacen una reverencia cómica, y García cierra el monólogo con una sonrisa, transmitiendo un mensaje claro de lucha y resistencia).