Los efectos de la Covid-19 en el ámbito de la emergencia climática

Los efectos de la Covid-19 en el ámbito de la emergencia climática

El parón provocado por la Covid-19 ha tenido un impacto ambiental directo en todo el mundo.

La emisión de gases de efecto invernadero ha disminuido un 8% respecto a los datos del año 2019. El informe de seguimiento de la Declaración de emergencia climática en Barcelona muestra la experiencia y los aprendizajes proporcionados por el confinamiento por poder tomar medidas y hacer frente a la crisis climática.

Se calcula que la reducción de gases de efecto invernadero en la ciudad desde el comienzo del estado de alarma ha sido de 290.840 toneladas de CO² equivalente.

Según los objetivos de la Declaración de emergencia climática, este es el valor que deberíamos ahorrar cada año y hasta el 2030 para alcanzar una reducción del 50% de las emisiones de gases de efecto invernadero respecto a 1992.

La reducción drástica de la actividad en los últimos meses ha supuesto que se produzcan cerca del 90% de las emisiones que se habrían producido sin la pandemia. La reactivación de la actividad en la ciudad puede provocar una subida de las emisiones.

Más olas de calor y más episodios extremos de precipitaciones

Las proyecciones climáticas realizadas en el marco del proyecto europeo RESCCUE (Resilience to Cope with Climate Change in Urban Areas) prevén diferentes escenarios posibles.

A mediados del siglo XXI se prevé un incremento de la temperatura de entre 2 y 6 grados centígrados según el grado de compromiso para frenar el cambio climático.

Se espera, además, un aumento de las olas de calor, que se producirán con más frecuencia y serán más largas. Los días cálidos se pueden triplicar y las noches tórridas se pueden cuadruplicar en los próximos 80 años.

En cuanto a las precipitaciones, se espera que la cantidad de lluvia anual en la ciudad se mantenga, pero con un reparto diferente: los episodios extremos de lluvia aumentarán, así como el riesgo de inundaciones.

A finales de siglo, el nivel del mar puede haber subido entre 25 y 50 centímetros, según si se sigue una actitud comprometida o una de pasiva.

Una ciudad comprometida con la emergencia climática

El cambio climático afecta a la salud de los vecinos y las vecinas desde muchas vertientes. El calor excesivo y sostenido comporta que aumenten la mortalidad y la morbilidad, sobre todo en los grupos de población más vulnerables.

Desde el año 1992 hasta 2015, el calor extremo provocó la muerte de 150 personas cada año, en total, 980 hombres y 2.729 mujeres.

La contaminación del aire también tiene una incidencia directa en la salud de la ciudadanía. Por este motivo, la ciudad apuesta por mejorar la calidad del aire y sigue trabajando para desarrollar los acuerdos recogidos en la Declaración de emergencia climática y el plan Clima, con cuatro ejes principales:

  • Fomentar la movilidad activa y sostenible en la ciudad, a través de la mejora de las conexiones metropolitanas en transporte público, la transformación del espacio público y la introducción de más verde.
  • Promover y consumir energías alternativas, con la rehabilitación energética de viviendas y equipamientos y una red de distribución lo más limpia posible.
  • Apostar por la economía local, el empleo verde y la alimentación ecológica de proximidad.

Para adaptar la ciudad a los impactos del cambio climático, como el aumento de olas de calor o las lluvias torrenciales, se han establecido tres líneas de trabajo:

  • Aumento del verde en la ciudad, naturalización del verde actual y creación de ejes verdes y superillas
  • Medidas estructurales para hacer frente al calor durante el verano
    Adaptación de la red de saneamiento y depósitos

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