Así roban las tarjetas a las personas mayores en los cajeros

Desarticulan un grupo especializado en robar tarjetas a personas mayores en los cajeros automáticos

Los Mossos d’Esquadra de la División de Investigación Criminal (DIC) de la Región Policial Metropolitana de Barcelona junto con la Unidad de Investigación de la comisaría de Nou Barris han desmantelado un grupo criminal especializado en realizar hurtos a gente de edad avanzada, cuando retiraban dinero de cajeros automáticos de entidades bancarias. Es la primera investigación que los Mossos d’Esquadra realizan bajo la dirección de la recién creada Fiscalía de Protección de Víctimas Vulnerables.

Estas actuaciones policiales son fruto de unas diligencias de investigación preprocesal de la Fiscalía de Barcelona, ​​asignadas a la nueva Fiscal Delegada de la sección especializada de Protección de Víctimas del proceso penal de la Fiscalía Provincial de Barcelona y dirigidas por la Fiscalía.

El balance del operativo, que se llevó a cabo el pasado 25 de abril, es de cuatro personas detenidas de las cinco investigadas, dos hombres y dos mujeres, de entre 19 y 63 años, como presuntos autores de delitos de hurto, estafas bancarias y pertenencia a organizaciones criminales.

El grupo criminal, formado por cinco integrantes, utilizaba identidades falsas y hasta el momento se ha podido acreditar su implicación con una docena de hechos delictivos aunque no se descartan más. También se comprobó que no tenían arraigo en el país y que tenían mucha facilidad para moverse y actuar en distintos lugares del territorio en un pequeño espacio de tiempo. Sólo en tres meses cometieron doce hechos delictivos en Argentona, Badalona, ​​Hospitalet de Llobregat, Barcelona, ​​Mataró, Girona y Reus.

Las imágenes grabadas por las cámaras de seguridad de las entidades bancarias permitieron atribuir los hechos delictivos a un grupo de cinco personas, tres hombres y dos mujeres. Su modus operandi era siempre el mismo, el método conocido como «la siembra»: los autores, que siempre actuaban en grupo, aprovechaban que la persona de edad avanzada estaba retirando dinero de un cajero automático para observar el PIN que introducía. Inmediatamente tiraban un billete al suelo diciéndole que éste era suyo. Cuando la víctima intentaba cogerlo del suelo, uno de los investigados le sustraía la tarjeta o libreta bancaria del cajero y se desplazaba a uno de al lado o cercano para extraer dinero y/o realizar compras fraudulentas en establecimientos comerciales. Otros miembros del grupo distraían a posibles personas que podían ser testigos de los hechos.

La Fiscalía de Protección de Víctimas Vulnerables solicitó al Juzgado de Guardia de Incidencias la autorización para realizar entradas y registros en los domicilios de los investigados. En las entradas se localizaron y detuvieron a los cuatro implicados con los hechos y se intervinieron unos 4.000 euros, ropa y complementos característicos que utilizaban en el momento de cometer los hechos por no ser detectados.

Modus operandi: «parece que sí»

Esta técnica necesita autores con conocimientos interiorizados y específicos, con mucha habilidad, un tipo de espacio concreto en el que realizarlo, un perfil de víctima en particular y más de dos autores con roles asignados para llevarlo a cabo. Concretamente, los autores seleccionaban a la víctima, desde fuera del establecimiento o en el interior, a la espera de que ésta realizara alguna operación en alguno de los cajeros automáticos de la entidad bancaria con su tarjeta o libreta. Una vez tenían la situación idónea, actuaban.

Durante la comisión del hecho, otros miembros del grupo distraían a otros clientes y/o trabajadores de la entidad bancaria para evitar ser detectados y así asegurarse el botín y el éxito del acto delictivo. En la mayoría de casos, los reintegros se producían en cajeros situados junto a donde se encontraba la víctima, lo que demuestra la alta impunidad y experiencia delictiva con la que actuaban los investigados.

En el momento de actuar, cada miembro del grupo tenía un rol específico. Uno era el observador del código de seguridad de la libreta o tarjeta de la víctima. Otro se encargaba de distraer a la víctima tirando un billete al suelo y después le preguntaba si era suyo, mientras el observador le sustraía la libreta o tarjeta del cajero automático.

Éste mismo, iba a otro cajero próximo o al de al lado, y extraía dinero en efectivo con la libreta o tarjeta sustraída y/o realizaba compras en establecimientos comerciales de forma fraudulenta. Otros miembros se dedicaban a vigilar el entorno por no ser detectados e incluso distraían a las personas de alrededor.

Actuaban tan rápido que eran capaces de realizar diferentes extracciones de dinero en efectivo de la libreta o tarjeta sustraída en el rato que la víctima tardaba en darse cuenta de los hechos. En una ocasión, llegaron a realizar seis extracciones alcanzando un total de 4.173 euros y en otra una extracción de 1.000 euros y diferentes compras por un valor aproximado de 3.586 euros.