Barcelona completa la modernización de semáforos con tecnología LED
La ciudad de Barcelona ha concluido, en noviembre de este año, la sustitución completa de las ópticas de todos sus 39.900 semáforos, que ahora funcionan con tecnología LED. Este avance se aplica a 1.803 cruces en toda la ciudad, logrando significativos beneficios en ahorro energético, sostenibilidad ambiental y eficiencia económica.
Un cambio histórico: de bombillas incandescentes a LED
En 2001, el 98% de los semáforos utilizaban bombillas incandescentes, con un consumo energético de 46.000 kWh diarios. A pesar de contar con 1.451 cruces semafóricos en ese entonces, el gasto energético era considerablemente mayor en comparación con el sistema actual.
Con la implementación de la tecnología LED, el consumo ha disminuido a 10.000 kWh diarios, a pesar del incremento en el número de cruces regulados, que ha alcanzado los 1.803. Este cambio ha permitido un ahorro energético del 85%, consolidándose como un ejemplo de cómo la transición energética puede promover la sostenibilidad sin comprometer el crecimiento de la infraestructura urbana.
Beneficios ambientales y económicos
- Impacto ambiental:
El cambio tecnológico ha logrado evitar la emisión de 1,5 toneladas de CO2 equivalente al mes, lo que suma 18 toneladas de CO2 anuales. Este avance subraya el compromiso de la ciudad con la reducción de su huella de carbono y la lucha contra el cambio climático. - Ahorro económico:
El uso de un sistema más eficiente y sostenible supone un ahorro de 66.721 euros mensuales en costos energéticos, fortaleciendo los esfuerzos municipales hacia una infraestructura económica y respetuosa con el medio ambiente.
Un modelo para la transición energética urbana
El cambio a tecnología LED en los semáforos de Barcelona no solo ha transformado la eficiencia operativa, sino que también sirve como modelo para la transición energética en otras áreas de la ciudad. Esta iniciativa combina sostenibilidad ambiental, eficiencia energética y el mantenimiento de un sistema infraestructural que responde al crecimiento urbano.
Con esta medida, Barcelona refuerza su liderazgo como una ciudad que prioriza el bienestar ambiental, demostrando que el desarrollo y el cuidado del planeta pueden ir de la mano.