Control de los escombros para evitar la pérdida de edificios con valor patrimonial
Masía de Can Valent

Control de los escombros para evitar la pérdida de edificios con valor patrimonial

El Ayuntamiento de Barcelona ha dado luz verde a un cambio normativo para avanzar en la protección del patrimonio y la identidad de los barrios de la ciudad.

El Plenario del Consejo Municipal ha aprobado definitivamente este viernes una modificación de la Ordenanza reguladora de los Procedimientos de Intervención Municipales en las Obras (ORPIMO) para mejorar el control sobre los escombros y así poder preservar la ciudad construida y potenciar la rehabilitación. El texto ha salido adelante con los votos favorables del Gobierno municipal y ERC y la abstención del resto de grupos.

Hasta ahora, los escombros de edificios no protegidos se podían realizar mediante un comunicado diferido, por lo que el Ayuntamiento no podía garantizar siempre la conservación de los elementos con valor patrimonial no incluidos en el catálogo.

Con la actualización de la ordenanza, la tramitación de los escombros se pasará a realizar a través de licencia. Además, en el momento de solicitar la licencia de derribo, el interesado deberá presentar un informe vinculado a la memoria histórica para evaluar si el elemento a derribar tiene valor patrimonial.

Con esta forma de intervención habrá un mayor control municipal de los escombros, ya que en caso de detectar que el edificio es relevante a nivel patrimonial podrá iniciar los trámites para protegerlo y para suspender la licencia solicitada.

Por tanto, si hasta ahora se podía derribar con relativa facilidad las fincas y edificaciones que no estaban incluidas en el catálogo patrimonial, ahora habrá que analizar histórica y patrimonialmente el valor del elemento antes de llevar a cabo ningún derribo.

El cambio en la ordenanza también se aprovecha para realizar algunos ajustes técnicos que contribuyen a clarificar plazos y definiciones.

Una nueva concepción de la protección del patrimonio

Esta medida se enmarca en el plan estratégico puesto en marcha por el Gobierno municipal para actualizar la concepción tradicional del patrimonio arquitectónico, urbano y ambiental y añadir una mirada que tenga en cuenta valores ligados a la vida cotidiana, la identidad de los barrios y los vecinos y vecinas y la lucha contra el cambio climático.

Barcelona tiene una larga historia de protección del patrimonio que le ha erigido en referente internacional. Sin embargo, en los últimos años el término clásico de patrimonio referido a los grandes edificios singulares y monumentales ha evolucionado, tanto a nivel local como global.

Hoy en día, la forma en que proteger el carácter singular de la ciudad debe ir mucho más allá y también debe incluir el patrimonio popular, obrero, urbano e histórico, porque es lo que crea un vínculo sentimental con la vida cotidiana y es esencial para mantener una identidad integradora en los barrios y en la ciudad. Por eso, debe ser cuidado y mantenido en el tiempo al igual que los edificios monumentales.

En la ciudad, los casos como las casitas de la calle de la Encarnación, en Gràcia, y múltiples iniciativas vecinales para proteger jardines y entornos singulares ponen de manifiesto la necesidad de actualizar la política patrimonial de la ciudad.

Además, en un momento de emergencia climática, poder preservar la ciudad construida y evitar escombros para potenciar la rehabilitación es una de las estrategias claves para reducir emisiones y, al mismo tiempo, para fomentar la creación de una economía verde centrada en mejorar la habitabilidad y eficiencia energética de las edificaciones.

Tener más control sobre los escombros forma parte del paquete de iniciativas que está poniendo en marcha Barcelona con el objetivo de marcar un antes y un después en la protección del patrimonio.

Son acciones vinculadas a la mejora del Catálogo de Patrimonio, el blindaje de los tejidos históricos, el incremento del personal dedicado a las políticas patrimoniales, el aumento de la implicación ciudadana y el impulso de cambios legislativos. En definitiva, para preservar y respetar el pasado y todo lo que define a la identidad de los barrios, porque hacerlo garantiza tener una ciudad preparada para el futuro.